RechercAccueil - Contact
Chercher sur Liberterre
GaiaSophia Agriculture
Métahistoire Enthéogènes

Gaïagnostic

Cronicas de Dominique

•> Por Victor Jara

•> Fukushima/2012: contaminacion de la cadena alimentaria planetaria

•> Los santurrones recalentados

•> Carbono, mi amor!

•> "Calentamiento" antropico y revolucion verde eugenica

•> Los Ecolotermistas

•> Kokopelli, el flautista encantado en el sueño de Gaïa

•> Duendes, Revoltosos en los Jardines

•> El Catalogo Nacional de variedades

•> Requiem por nos abejas

•> La tragedia de los necrocarburantes

•> Planeta Tierra, Planeta Desierto!

•> Manifiesto para la libertad de las semillas de vida

•> La no-labranza sigue los pasos de la agroquimica

•> Cuales semillas para alimentar a los pueblos?

ActualiTerres ReporTerres
LiberTerres Gaïagnostic
LivreTerres Boutique


Los Santurrones Recalentados

Une nueva histeria religiosa al servicio del Orden Mundial

Dominique Guillet

Articulo 1 de une quadralogia denunciando el engaño del calentamiento global antropico.

Traducción de Mayra Marin y de François Aymonier

Muchas expresiones de los artículos de Dominique no se pueden traducir porque son juegos satíricos de palabras. Es el caso del titulo : "Les Caniculs-bénis", un juego de palabras con Santurrones y Canícula. Es también el caso de Global Warming (calor) y de Global Worming (gusano) o de Vert (verde) y Ver (gusano)

Global Worming: El gusano está en el Verde fruto

Debo reconocerlo, creí (un poco) en el recalentamiento climático antrópico diciéndome, sin reflexionar en ello mucho más, lo que se dicen muchos ecologistas: luchar contre el CO2, de todas maneras, equivale a cuestionar los fundamentos de la sociedad occidental mortífera y los perjuicios de la globalización.

Por otra parte, las ONGs institucionales de la contestación habían hecho de él su caballo de batalla; lo que se dicen muchos jóvenes militantes, sin pensarlo más. ¡Adelante juventud, al asalto de la petroquímica! Las primeras dudas metafísicas comenzaron a incomodarme cuando descubrí, en el Salón de la Agricultura-Automóvil de febrero 2007, el timo de los “bio-carburantes”, que yo llamaba en esa época los “necrocarburantes” [01] (inspirándome, claro está, en Jean-Pierre Berlan [02], gran experto en descifrar los fraudes semánticos). Las multinacionales del azúcar, de la petroquímica y de los constructores de automóviles, haciéndose los ingenuos, cantaban el himno de los agrocarburantes, que iban a participar en la lucha contra el recalentamiento climático y salvar el planeta, (sin competir con la producción de alimentos, lo juramos) de común acuerdo con un gran número de ecologistas. Algunos meses más tarde, se anunciaba el Grennelle (1) del Ambiente en los bajos fondos, malolientes de hipocresía y de mentira, en el cual, se extraviaron las organizaciones institucionales de la contestación: WWF, Greenpeace, Amigos de la Tierra y otras ONG miembros de la Alianza por el Planeta, una alianza más que blanda ¿necesitamos precisarlo? [03].

En esa época, había incluso escrito un pequeño artículo sobre la reconversión de todas las tierras agrícolas a la agricultura orgánica con el fin de fijar 3,7 toneladas de CO2, por hectárea y por año, y anular, así mismo, una gran parte de emisiones CO2 del parque automóvil. [04] ¿No venía de afirmar la FAO, en su simposio, que se podía alimentar a todo el planeta con la agricultura orgánica, sin poner en peligro el ambiente? Soñar no cuesta nada.

Desde ese entonces, me había callado, presionado por algunos amigos, para que no pusiera en duda el dogma absoluto del recalentamiento climático antrópico, en salsa CO2, con el fin de no incomodar la marcha ineludible de los ecologistas al Poder. Se trata de un nido de víboras, como lo atestigua la lucha encarnizada, y los muchos golpes bajos, que acompañan al reciente “impuesto al carbono” que sacudirá los fundamentos del paradigma Occidental tanto como un pedo de metano de bovino, ¡con perfume de soya quimérica! ¡En este ambiente histérico y dogmático, casi-religioso, ya no se sabe en cual mal san(t)o persignarse! No me extenderé sobre mi última misión en Nepal, en el mes de mayo pasado, cuando los ríos estaban completamente secos. ¿El recalentamiento climático antrópico es tan ardiente, en esa parte del mundo, que el agua de deshielo de los glaciares del Himalaya (presuntamente en disgregación catastrófica) se evapora incluso antes de que corra? Los viejos campesinos nepaleses afirman, por su parte, que nada ha cambiado y que el clima siempre ha cambiado. En pocas palabras, ¡El cambio climático! Los campesinos nepaleses, es cierto, no tienen el placer de dejarse tentar por algún señuelo (glaciar) con miles de millones de dólares al final, de subvenciones, para probar una correlación “científica” entre un incremento de la temperatura y un aumento (o pretendido aumento) del CO2 desde 1860.

Y además, hace unos días, a pesar del tiempo relativamente fresco para la temporada, mi sangre se calentó fuertemente cuando recibí el último libro de James Lovelock “The Vanishing Face of  Gaia” (El rostro desvaneciente de Gaia). James Lovelock, el otrora diseñador genial de la teoría Gaia, ya se había desviado fuertemente en su obra del 2006 “La Revancha de Gaia”. En este último título, Lovelock hace endosar a Gaia su catastrofismo apocalíptico, del cual sólo podremos protegernos, según él, por medio de la tecnología y de aún más tecnología. Las soluciones que James Lovelock propone son: la energía nuclear, las quimeras genéticas, la agricultura agresiva (porque, dice él, se ha exagerado mucho sobre los perjuicios de la agroquímica), la comida sintética (¿píldoras?), la hiperconcentración del urbanismo (¿campos de concentración?), etc., etc. James Lovelock está convencido de que el GIEC es manipulado (de lo cual nosotros también estamos persuadidos, ¡pero no en el mismo sentido!) y que la temperatura planetaria va a elevarse de 5 a 6 °C, de aquí al 2016-2020. Según James, no le quedará ninguna otra solución a la humanidad que la de ir a establecerse a los Polos. ¿Y por qué no, agregaría yo, domesticar a los osos, los pájaros bobos, las focas y los pingüinos, para practicar una agricultura polar? “sostenible”, ¡obviamente!

Hoy, una vez más, tengo la rabia a flor de piel, y aunque disguste al « conformismo » ecológico (o que se proclama como tal), me parece indispensable plantear algunas preguntas impertinentes, debido a la prioridad candente de esta lucha contra un pretendido recalentamiento climático antrópico. Todo lleva a creer, en efecto, que una gran parte de los ecologistas, y de los ciudadanos, es víctima de una enorme estafa pseudocientífica, mediática y semántica, que oculta, de manera bien orquestada:

1. La destrucción de la totalidad de la biosfera, y el envenenamiento de la humanidad, por parte de la mafia de la semilla, de la petro y agroquímica y de la farmacia; y todo esto desde hace más de 60 años, con la complicidad condescendiente de todos los Estados Occidentales.

2. La utilización de una panoplia de miedos instilados por los medios de comunicación masiva al servicio de las Autoridades: el miedo al terrorismo, el miedo a los anarco-autónomos, el miedo a la gripe porcina, el miedo al CO2, el miedo a las canículas… para promover su Nuevo Orden Mundial, el cual no es sino una sopa mal recalentada del anterior.

3. La imposición de nuevas cargas tributarias a los pueblos, mientras que la mafia continúa envenenando todo, polucionando todo, saqueando todo y acumulando los dividendos. Parecería que ya se ha borrado, de la memoria colectiva, el muy reciente y más grande atraco financiero del cual jamás haya sido víctima la humanidad: billones de dólares inyectados para la prosperidad del mundo financiero, los bancos, las aseguradoras…

A riesgo de repetirme, permítanme enumerar algunos hechos muy reales, que proceden de la vivencia planetaria cotidiana y no de la simulación de computadoras virtuales:

- Hoy, hay más de mil millones de seres humanos que no pueden comer lo suficiente.

- Todos los días, hay 35000 seres humanos, principalmente niños, que mueren de hambre: es decir, fallecen.

- Los suelos agrícolas están arruinados, muertos biológicamente, y según ciertos estudios, a un ritmo de 76 mil millones de toneladas de suelos erosionados todos los años, ya no habrá ni un solo gramo de tierra arable en el 2050.

- Hay 2600 millones de humanos que viven sin tratamiento de aguas residuales y 1300 millones de humanos que no tienen acceso al agua potable. Todos los años, 2 millones de niños de menos de 5 años mueren de enfermedades diarreicas, ligadas a la falta de agua potable.

- La biosfera está cancerizada, y una parte de la humanidad muere envenenada por los alimentos y los productos de la química, de la farmacia y de la agroquímica.

- 300 personas poseen tanto como los 3 mil millones de individuos más pobres del planeta: esos 3 mil millones de individuos viven con un dólar por día y quizás menos.

Estos hechos, que distan mucho de ser exhaustivos, en el catálogo de calamidades, ponen muy bien en perspectiva los peligros, reales o ilusorios, ligados a un aumento de la temperatura de 1 ó 2 °C: es decir, inciertas subidas de las aguas, un desplazamiento de refugiados “climáticos”, un ascenso de los viñedos franceses hacia el norte y otros epifenómenos, que el GIEC, y otros afiliados, nos prometen para mañana, para pasado mañana, para el 2050, o para el 2100…


Les Orígenes de la Estafa Climática

Los orígenes de esta farsa no son tan viejos, puesto que en los años 70 la histeria estaba más bien en el enfriamiento: el “global cooling” iba a destruir la agricultura humana. Se comprende fácilmente que esta histeria pueda estar mucho más fundada que la histeria actual, pues los archivos históricos abundan en testimonios conmovedores en cuanto a las destrucciones de las cosechas, la escasez, las hambrunas, las enfermedades, y las pestes de todo tipo, que prevalecieron durante la última Pequeña Edad de Hielo, de la cual Europa salió a principios del siglo XIX.

El GIEC fue creado en 1988; es un apéndice de la “Organización de las Naciones Unidas”, (nos tentaría poder decir “una cosa en la cosa”).  El GIEC (Grupo de expertos intergubernamental sobre la evolución del clima) estaría compuesto por 2700 “científicos”. ¿Le tienen ustedes confianza a la ONU? Yo no. ¿Ha sido la ONU capaz de evitar, desde hace decenas de años, los daños colaterales: a saber, la exterminación de las poblaciones civiles en África, en Guatemala, en Palestina, en Irak, en Afganistán, etc.?

¿Ha sido la FAO (una división de la ONU), capaz de solucionar el problema del hambre en el mundo? Sus discursos quejumbrosos, y las promesas nunca cumplidas, hacen resaltar una cosa: La FAO no puede hacer nada contra la mafia de la agroquímica, quien toma las decisiones y desvalija al Tercer Mundo. Además, las agriculturas de subsistencia han sido arruinadas por el “dumping”, es decir, por las culturas archisubvencionadas de los países occidentales. El director de la FAO, Jacques Diouf, había incluso afirmado un día, que su organización podía solucionar la mitad del problema del hambre y de la desnutrición en el mundo, con sólo el equivalente a dos semanas de gastos militares de EEUU, es decir, apenas unos veinte mil millones de dólares. Al día de hoy, son 1,5 billones de dólares los que gastan, todos los años, los países occidentales en armamentos. Y el presidente Sarkozy intenta colocar sus aviones rafales donde el Sr. Lula, pues en este comercio de la muerte, Francia está en los primeros rangos.

La FAO, no lo olvidemos, es también el infame Codex Alimentarius, el “NecroCodex” que va a otorgar definitivamente el control de la alimentación, y de la salud, a un puñado de multinacionales que trabajan “en las ciencias de la vida”, entiéndase por esto ¡aquellas que trabajan para disminuir drásticamente el impacto demográfico sobre los recursos planetarios!

¿Se puede tener confianza en la OMS (una división de la ONU)? Basta con analizar la toma de posición de esa organización con respecto a la reciente pandemia, “diseminada” de la nada, y las fuertes presunciones que pesan sobre las multinacionales que producen a la vez los virus y las vacunas, para esbozar una respuesta a esta interrogante.

¿Se puede confiar en la UNCCD (la Convención de Naciones Unidas para combatir la desertificación)? Ni siquiera hablemos de ésta, son ilustres desconocidos sin recursos financieros.

Kofi Annan, el antiguo secretario de la ONU, declaraba recientemente que, todos los años, hay 300 000 personas que mueren a causa del recalentamiento climático. ¿En serio? Incluso si esta cifra estuviera realmente fundada, eso correspondería a una decena de días de muertes por el hambre. ¿Y a cuántos días de muertes por malaria? Kofi Annan es ahora el presidente del “Global Humanitarian Forum” [05], una ONG humanitaria, que lanzó, en el 2009, su campaña “Time for Climate Justice”, cuyo consejo de administración incluye, entre otros, al presidente del GIEC, al antiguo presidente del FMI, al antiguo presidente del World Bank Group, a la presidenta de la Fundación Rockefeller…

El antiguo consejero especial de Kofi Annan, Jeffrey Sachs, creó el “Millenium Promise” [06], una ONG dedicada al lanzamiento de la Revolución Verde Africana, en colaboración con Ban Ki-moon, el actual secretario de la ONU (y cuestión de revolver las cartas un poco más, el nombre de esta ONG se parece mucho al del programa de la ONU “Millenium Development Goals” [35]). Entre los miembros fundadores de esta ONG humanitaria se encuentran [07]: Monsanto [08], Novartis, Sanofi-Aventis, Fondation Microsoft, Sumitomo Chemical, GlaxoSmithKline (señalemos de paso que Sanofi-Aventis, Novartis et GlaxoSmi-thKline son ¡los productores de las vacunas contra la pandemia H1N1!), etc., etc., y Lehman Brothers, la más grande quiebra bancaria estadounidense del otoño 2008.

Ineludible Lehman Brothers, cuyo director encontramos como cofundador de la Fundación “The Alliance for Climate Protection”, la Alianza para la Protección del Clima [09], creada por el Sr. Al Gore en el 2006. Este último, ya no tenemos que presentarlo, antiguo vicepresidente de los EEUU (eso lo dice todo), premio Nobel de la Paz (con el GIEC) en 2007. Después de haber creado su fundación y su consultoría londinense “Generation Investment Management” [10], saca su película best-seller “Una verdad incómoda”. Precisemos que “Generation Investment Management”, especializada en la gestión de “créditos de carbono”, fue creada en partenariado con David Blood, antiguo director de “Goldman Sachs”, Mark Ferguson, antiguo presidente de  “Goldman Sachs Assets Management pan-European Research” y Peter Harris, antiguo director de “Goldman Sachs Assets Management” [11].

Los días que pasé en la red, intentando desembrollar este enredo, me consternaron profundamente. El Sr. Paulson, quien dio su nombre al “Plan Paulson”, en EEUU, es también el antiguo director general de Goldman Sachs. [50] Invitamos a los lectores interesados, a consultar el valiente artículo de Matt Taibbi, publicado en Rolling Stones, "Goldman Sachs –La gran máquina de burbujas” cuyo último apartado se titula “Burbuja 6: el recalentamiento global” [12].

Después de 18 años de denunciación de las acciones de las multinacionales de la semilla, no es que sea ingenuo en cuanto a las ramificaciones subterráneas de este círculo malsano. Pero no me imaginaba la amplitud del “Global Worming”: el gusano se ha infiltrado en todas partes. Y no hablo de la noble lombriz de tierra, especie en vías de extinción en la mayoría de las tierras agrícolas, quemadas por la química; hablo del “gusano” imaginado por John Brunner, el genial autor de ecología-ficción, el “tapeworm” (la solitaria) que se infiltra en las redes…[13]


Las Redes Parasitarias

Las redes de ONGs, una gran familia que se atarea alrededor de este nuevo concepto: el recalentamiento climático antrópico. El pozo de carbono: un fondo de comercio sin fondo. Las ONGs lo saben muy bien: la vía regia hacia la subvención, es el carbono. El carbono disuelto es la garantía de mucha plata. Otro tipo de efecto “invernadero”.

Hoy mismo descubrí una red llamada Avaaz [14]. No, no es una agencia de viajes, es una ONG creada por Ricken Patel [15] (que fue consultor de la ONU, de la Fundación Rockefeller, de la Fundación Bill Gates…) que “organiza la más grande movilización sobre el clima que se haya jamás realizado: una alarma climática a través de los “flashmobs” coordinados por todas partes en el planeta”. El sistema funciona bajo la forma de una cadena y su mensaje invita a donar dólares, muchos dólares [16]: “Ya sólo nos quedan unos días. Si de aquí al lunes, podemos recoger 150 000 dólares, Avaaz podrá emplear todos los medios disponibles en este proyecto: construir un mapa del mundo y un blog al estilo de Twitter que permita conectar todos los eventos organizados a favor del clima el 21 de septiembre; establecer una base de datos telefónicos mundial para permitir a miles de entre nosotros, inundar a nuestros dirigentes de llamadas telefónicas; y también, contratar a un equipo de profesionales para marcar la diferencia en el terreno mediático, frente a los poderosos lobbys industriales y petroleros”. Sin comentarios, 150 000 dólares para crear un blog (de lujo) y un mapa del mundo. Un blog para ingenuos, por supuesto. Avaaz se felicita de que Al Gore haya declarado: « Avaaz es una fuente de inspiración y ya ha cambiado muchas cosas”. Todo ese círculo refuerza mutuamente sus espacios de gratificación. Eso no cuesta mucho carbono. Avaaz organiza marchas virtuales con pancartas virtuales sobre la red virtual. (¿También es virtual el lobbying?) Qué buena idea, eso economiza carbono. Es cierto que las tecnologías de la virtualidad “carbono cero”, han mejorado mucho las condiciones de trabajo de numerosas ONGs en ciertas partes del mundo: los programas de diseño de página, los correos electrónicos y las cámaras digitales permiten ahora presentar expedientes virtuales y generar muchos apoyos financieros, que no son virtuales. Nos guardaremos, claro está, de generalizar. Sin embargo, muchas ONGs sólo son en realidad organizaciones parásitos, cuando no están infiltradas, parasitadas, por el gusano, con objetivos muy precisos, que no tienen nada que ver con el bienestar de los pueblos.

La ONG Greenpeace, en cuanto a ella, opta recientemente por la estética, o mejor dicho, el desnudo [17]. Greenpeace Francia “llama a una movilización artística y militante por los vinos franceses” e “invita a cientos de personas a participar desnudos en una foto-instalación humana que encarna la vulnerabilidad del ser humano frente a los cambios climáticos”. Es conmovedor. En un viñedo a principios de octubre. Mi primera reacción fue esperar que eso haya sido en un viñedo orgánico, pero tranquilicémonos, en esa época del año, en un viñedo cultivado con químicos, los riesgos de tratamiento letal son menores que al principio de la temporada. Según Greenpeace (apoyado en esto por un estudio del INRA [18]), los viñedos están en riesgo de desplazamiento septentrional, lo que nos recuerda los viejos tiempos del recalentamiento climático medieval, cuando la viña crecía en gran abundancia en Inglaterra e incluso mucho más al norte. En pocas palabras, se trataría entonces de salvar los “sabores de terruño” de la viña francesa.

Pregunta impertinente : ¿Es realmente importante salvar los viñedos químicos, cuyos vinos contienen hasta 5800 veces más de pesticidas que el agua [19], lo que no es poco decir, visto el estado de nuestras aguas? Otra pregunta impertinente: hablando de la vulnerabilidad del ser humano, ¿qué hay de la vulnerabilidad de los niños que mueren todos los días de hambre, de malaria, de diarrea, o bajo las bombas “erradas” liberadoras? ¿No se podría organizar una “foto-instalación humana desnuda” en medio del muy pobre Níger (recientemente inundado), en la región de Agadez, por ejemplo, muy cerca de las minas de uranio que abastecen las centrales nucleares francesas?

¿Pero allí, estamos siendo emotivos, no es así? Al igual que el director de Greenpeace Inglaterra, que viene de reconocer, frente a las cámaras inglesas que, sí, bueno, de acuerdo, Greenpeace mintió: los hielos del Polo Norte no se habrán derretido de aquí al 2030 [23]. Era por lo emotivo, dijo. En síntesis, para asustar, para fomentar el pánico, una vieja técnica populista, la estrategia favorita del Nuevo Orden Mundial.

En la familia “Alliance pour la Planète”, los adeptos del consenso blando, tenemos también el RAC, “Réseau Action Climat » (Red de Acción por el Clima), que es una ONG  “especializada en el tema del efecto invernadero y del cambio climático”. Se trata del representante francés de la red mundial de ONGs “preocupadas por los cambios climáticos”, el “CAN: Climate Action Network”, que reúne a 450 ONGs en todo el planeta. Su meta es “promover la acción individual y gubernamental, para reducir el cambio climático inducido por el ser humano a niveles ecológicamente sostenibles”.

¿Cuántas ONGs  « preocupadas » por el cambio climático? ¿Miles? ¿Cuántos empleados? ¿Decenas de miles ? Todo eso para descifrar « los niveles ecológicamente sostenibles del impacto del hombre sobre el clima”. ¿Y cuáles son las fuentes de financiamiento?

Nos gustaría soñar que dicha cantidad colosal de energía humana, logística y financiera, fuera desplegada para salvar los suelos, pues allí, hay realmente una urgencia inconmensurable. Y además, una fuente comprobada de cambios climáticos: erosión de suelos, deforestación para producir alimentos para el ganado, deforestación para producir necrocarburantes, desertificación y trastorno de los regímenes de lluvias, etc.

¿Cuándo llegarán los protocolos húmicos, las alertas húmicas, los ultimátums húmicos, las Redes Acción Humus, las Fundaciones para la Protección del Humus…? Es cierto que, en ese caso preciso, las soluciones son simples, demasiado simples: reforestación, semillas de vida, prácticas agroecológicas, compostaje, extractos fermentados de plantas, etc. Las soluciones son demasiado simples y demasiado baratas para generar un fondo de comercio “sostenible” para las ONGs. Y además, la mafia de la agroquímica y de la semilla quimérica vigila. Está omnipresente. Y para ilustrar el parasitismo, hace años que veo, todavía, en los países llamados del Tercer Mundo, grandes ONGs de EEUU enseñar el compostaje en fosas de cemento, la putrefacción en fosa de cemento, debería decir. Puro sabotaje. 


Simples Interrogantes al GIEC

Recordemos que el CO2, o dióxido de carbono, se encuentra en una muy pequeña cantidad en la atmósfera: 0,038%. El CO2, es la base de la vida: proceso de fotosíntesis, respiración, etc. La atmósfera contendría alrededor de 800 gigatoneladas, 800 mil millones de toneladas de CO2.

El CO2 se encuentra también en:

- las plantas terrestres: 600 mil millones de toneladas de carbono en los tejidos biológicos.

- la vida oceánica: 2 mil millones de toneladas de carbono en los tejidos biológicos.

- la superficie oceánica: 800 mil millones de toneladas de carbono, principalmente bajo la forma de iones de bicarbonato.

- las profundidades oceánicas: 35 billones de toneladas de carbono, principalmente en forma de iones de bicarbonato.

- el suelo: 2 billones de toneladas de carbono, en desechos orgánicos de origen biológico.

Las emisiones naturales de CO2 (incendios de bosques, respiración animal y vegetal y respiración de los organismos del suelo) serían del orden de 772 mil millones de toneladas mientras que las emisiones antrópicas de CO2 (generadas por la humanidad) serían del orden de 29 mil millones de toneladas, es decir, alrededor de 3% del total.

La hipótesis del GIEC, erigida en dogma absoluto, (a pesar de la oposición incesante y creciente de decenas de miles de científicos de todo el mundo) es que el aumento de la temperatura, desde 1860, es provocado por el incremento de la concentración de la atmósfera en CO2.

No es el propósito de este artículo decorticar, analizar, comparar cientos de estudios “científicos”, absolutamente contradictorios, que tratan sobre esta problemática. Invito a los lectores a reflexionar, a investigar, a dar prueba de intuición femenina y sentido común, y por supuesto, a seguir los rastros inodoros del dinero. Comencé una sección “Climas de Gaia” [24] en mi sitio Liberterre (2), en la que presento documentos y artículos, y hay muchos sitios y blogs en la red, que disecan la superchería climática [41] (una gran cantidad en inglés), aunque es cierto que algunos, por su apología histérica de la modernidad occidental, francamente no son de mi gusto. Diversidad cultural obliga. No al Pensamiento Único y Monolítico.

Sólo me gustaría plantear algunos puntos y preguntas muy simples:

- En 1860, salíamos de la Pequeña Edad de Hielo, que había prevalecido durante varios siglos. ¿No es natural el aumento ligero y progresivo de  las temperaturas, desde entonces y sin duda antes, puesto que salimos de un ciclo para entrar en otro?

- Según el investigador Alemán Ernst Georg Berk [25], y muchos otros investigadores [26] [66], “Entre 1812 y 1961, hubo más de 90 000 medidas del CO2 atmosférico con el método Pettenkofer. Estas medidas han puesto de manifiesto picos de CO2 atmosférico en 1825, 1857 y 1942. En 1942, la concentración de CO2 atmosférico estaba en 400 ppm, y por lo tanto, más elevada que en la actualidad [1]. Un gráfico del CO2 atmosférico, medido con este método, muestra que durante la mayor parte del siglo XIX, así como de 1935 a 1950, el CO2 atmosférico estuvo más elevado que hoy en día”. ¿Es cierto que el GIEC sólo conservó de esas 90 000 medidas, aquellas que le permitieran crear su “curva del palo de hockey” y fijar, arbitrariamente, un umbral mínimo original de 220 ppm? ¿Si así es, por qué?

- ¿Cómo explica el GIEC el aumento de la temperatura entre 1910 y 1940, el no-crecimiento (¡o “crecimiento negativo” para emplear los términos de la neolengua!) de la temperatura entre 1940 y 1975 aproximadamente (que fue tal que algunos anunciaron una nueva Pequeña Edad de Hielo) y el crecimiento subsecuente, a partir de alrededor de 1975, hasta principios del siglo siguiente?

- ¿Cómo explica el GIEC, en la ausencia de CO2 antropogénico, el recalentamiento climático de la Época Romana?  En efecto, algunos estudios, que fueron publicados en diversas revistas científicas (Science, Nature…), resaltan una muy alta temperatura durante ese periodo, hasta 2,5 °C más que las temperaturas actuales (5).

- ¿Cómo explica el GIEC, en la ausencia de CO2 antropogénico, el recalentamiento climático de la Época Medieval? Recordemos que ese recalentamiento climático, entre 900 y 1400 aproximadamente, permitió a los vikingos navegar los mares, establecerse en Groenlandia, y penetrar hasta Kentucky (500 años antes del no-descubrimiento de Cristóbal Colón). Esta época fue un periodo de gran prosperidad en Europa. Los estudios, a los cuales acabamos de referirnos, destacan temperaturas mayores a las que prevalecen actualmente, de 1,5 °C y hasta 3 °C (para un subciclo de 80 años). (6)

- El GIEC da a entender que los niveles de concentración de CO2 siempre han sido muy bajos en el planeta. Sin embargo, los investigadores estipulan que el nivel de CO2 atmosférico era de 7000 ppm hace 600 millones de años (20 veces más que hoy). El marco de este artículo no nos permite enumerar las enormes variaciones de CO2 mientras que la temperatura se mantenía estable. Invitamos a los lectores a consultar los trabajos del botanista inglés, David Beerling, que explica que: “A juzgar por las flores modernas planetarias, las hojas suscitan un sentimiento de inevitabilidad evolutiva. Es difícil imaginar que las plantas podrían cumplir su labor cotidiana de fotosíntesis si estuvieran desprovistas de hojas. Sin embargo, y es sorprendente, cuando las plantas se lanzaron en su gran saga de colonización de la Tierra, hace 465 millones de años, ellas lo hicieron sin hojas… Las hojas son estructuras remarcables, que permiten a las plantas manejar, en lo cotidiano, su labor de fotosíntesis y garantizar así la continuidad de las generaciones. Eso tomó, sin embargo, 40 millones de años antes de que esta innovación, aparentemente simple, apareciera y se extendiera a través de todo el reine vegetal… Para resumir, la evidencia sugiere que niveles muy elevados de dióxido de carbono prevalecieron, cuando las plantas primitivas hicieron su aparición, niveles que colapsaron, más adelante, cuando la versión botánica de la explosión Cámbrica tuvo lugar. Durante dicha explosión vegetal, los vestigios fósiles revelan que las hojas aparecieron gradualmente, minúsculas al principio, y se hicieron progresivamente más y más amplias, aumentando al mismo tiempo el número de poros estomatales forzados por el estrés generado debido a la escasez de dióxido de carbono”. [22] Así, el mundo vegetal sólo estuvo constituido, durante 40 millones de años, por troncos y tallos, debido a un nivel  extremadamente elevado de CO2 en la atmósfera. Es difícil, sin duda, para la imaginación humana, concebir un mundo vegetal sin hojas. ¿Tendrá el GIEC una explicación coherente en cuanto a la estabilidad de las temperaturas, en esa época remota, a pesar de las enormes fluctuaciones de CO2?

- ¿Por qué pretende el GIEC que el último decenio ha sido el más caliente, mientras que los registros de temperatura se presentan de la forma siguiente, en orden decreciente?: 1934/1998/1921/1931/2006/1999/1953/1990/1938/1939.

Esta lista de preguntas muy simples no es para nada exhaustiva. Deberíamos evocar igualmente, por supuesto, el sol, el vapor de agua (el principal agente del “efecto invernadero”), los rayos cósmicos, el recalentamiento del planeta Marte, las oscilaciones oceánicas, etc. Existe, por cierto, en inglés, una plétora de obras, muy documentadas, que disecan muy claramente la estafa climática.

Plantearé una última pregunta, sin embargo, que algunos podrán incluso considerar como “mística” y que se refiere a la vanidad “del bípedo que se autoproclamó el rey de la creación” para tomar prestada una de las terminologías favoritas de Pierre Rabhi, el poeta y ecologista. Gaïa, el ser planetario, no es una supercomputadora: la amplitud y la complejidad de sus dinámicas y de sus meandros de acciones y retroacciones (para ni siquiera evocar su “telos”) no podrán jamás ser analizadas por una caja de aluminio, dotada de un puñado de componentes electrónicos. ¿No es el acabose de la arrogancia, y de la demencia, el pretender prever, en el término de 10 años, de un siglo o dos siglos, los climas del Planeta Tierra, a partir de una supercomputadora, aunque sea la del GIEC, alimentada con algunas migajas de “datos” parciales y pasajeros? Dicha supercomputadora no es sino un simulacro lamentable del planeta auténtico, el juego virtual y patético de un puñado de cientificistas caprichosos.

 

El CO2 como chivo expiatorio

Hace mucho tiempo que evocamos el espectro de un gobierno mundial, y por ello fuimos catalogados de fantasiosos, paranoicos, exaltados, etc. Y el Nuevo Orden Mundial, sobre el cual nadie pronunciaba antes públicamente el trinomio fatal, está ahora en la boca de todos aquellos que controlan los países occidentales, o que pretenden estarlo (y a veces incluso de los países en vías de occidentalización): los expertos agitados en ilusiones, en doble-lenguage, y en inversión de valores, cuya incoherencia en sus discursos está a la medida de su sumisión a las potencias económicas y financieras. El Nuevo Orden Mundial, la marca depositada del “Capitalismo social”, es preconizado como LA solución a la “crisis planetaria”. ¿Qué pensar de la afirmación, el 8 de diciembre del 2008, del editorialista del Financial Times, Gideon Rachman: «La gobernanza  internacional tiende a ser eficaz sólo cuando es antidemocrática”. [27] Y qué pensar de la aserción reciente (Alocución al cuerpo diplomático del 16 de enero del 2009) proferida por el representante electo del pueblo francés, Sr. Nicolas Sarkozy [28]: “Iremos juntos hacia el Nuevo Orden Mundial, y nadie, digo nadie, podrá oponérsele. Estas afirmaciones concuerdan con el sempiterno mantra de “gobernanza global” martillado por el Sr. Al Gore, en sus numerosos discursos, para salvar al planeta del infierno climático.

Sin embargo, no me tomaría todo este trabajo, en este terreno minado y políticamente incorrecto, de cuestionamiento del dogma Carbo-dioxiodioso, si hubiese sido “sólo” para denunciar, una vez más, el Nuevo Orden Mundial. Mi principal objetivo es denunciar, así como lo subrayé al principio del artículo, el hecho de que se responsabilice al recalentamiento climático antrópico, en salsa CO2, de “la destrucción de la totalidad de la biosfera, y el envenenamiento de la humanidad, por parte de la mafia de la semilla, de la petro y agroquímica y de la farmacia, y esto desde hace más de 60 años, con la complicidad indulgente de todos los estados Occidentales”.

Aprecié mucho la reciente toma de posición del señor Syun-Ichi Akasofu (autor de una carta abierta al GIEC), quien fue el fundador-director del International Arctic Research Center de la Universidad de Alaska. El señor Syun-Ichi Akasofu es un geofísico prestigioso, de 79 años, que manifiestamente, dada su edad canónica, no puede ser acusado de correr tras las subvenciones del GIEC o de alguna otra multinacional. En uno de sus últimos artículos, que atacaba muy ferozmente las conclusiones del GIEC, el Sr. Syun-Ichi Akasofu evoca el peligro del “paraguas” climático:

« Plantea serias interrogantes, también, que el recalentamiento climático pueda ser tan fácilmente hecho responsable de todos los problemas que se presentan: las inundaciones (que resultan más bien, frecuentemente, de la deforestación masiva o de la pérdida de zonas húmedas) o la extinción de ciertas especies (que puede resultar del exceso de recolección, de la pérdida de hábitats, de la invasión de especies exóticas, de problemas de polución), etc. Mientras tanto, aquellos que son realmente responsables de esas calamidades pueden fácilmente esconderse bajo el “paraguas del recalentamiento climático”. [29].

Y el catálogo de las calamidades imputadas al recalentamiento climático no deja de aumentar con los años, y con la atribución de subvenciones bien gorditas, que permiten probar todo y su contrario, y adornar el vómito mediático con noticias sensacionalistas y que refuerzan el dogma establecido.

- El INRA (Instituto Nacional de Investigación Agronómica, en Francia) descubrió recientemente que el número de especies de pulgones ha aumentado muy sensiblemente “en el transcurso de los últimos 40 años”, debido al recalentamiento climático [30]. ¿Alguien se preguntó si esto no era más bien imputable a los métodos de la agroquímica? Para nada. Y sin embargo, un director de investigaciones (disidente) del INRA, Francis Chaboussou, ya había escrito en 1985 que “las relaciones entre plantas y parásitos son ante todo de orden nutricional. Una fertilización desequilibrada, especialmente las carencias en oligoelementos y los excesos de abono nitrogenado, perturban la síntesis de las proteínas dentro de la planta. Las sustancias solubles que sirven de materia prima a esta síntesis se acumulan entonces en los tejidos y constituyen un alimento de lujo para los parásitos”. Los insectos, entonces, sólo eliminan las plantas desequilibradas. Ninguna relación entre los pulgones y el CO2.

- Científicos franceses del MNHN (Museo Nacional de Historia Natural) de París, mostraron que los pájaros no se adaptaban lo bastante rápidamente, al cambio climático [31] ¿No podría ser que la apatía de los pájaros provenga de otra causa? Pues, como lo precisa la LPO (Liga de protección de las Aves, siglas en francés), en su comunicado que denuncia el Cruiser (pesticida) de Syngenta, [32] “Cabe constatar, en todo caso, que en toda Europa, y en particular en Francia, las poblaciones de aves de las zonas agrícolas se han reducido en un 30 a 40% en promedio, ¡desde los años 1980-1990! En Inglaterra, el ornitólogo Campbell mostró que hay una correlación estrecha entre el periodo en el cual el empleo masivo de pesticidas se inició y el periodo en el que comenzó la disminución de poblaciones de aves. El ornitólogo alemán Reichhof ha subrayado el rol de las ciudades y pueblos como santuarios de la biodiversidad, mientras que, por su parte, los campos se desertifican”.  Subrayemos que 30 a 40% en promedio, es sólo desde los años 1980-1990. No tenemos cifras precisas sobre la exterminación de las poblaciones de aves a partir de 1945, puesto que estaba “científicamente” establecido por el INRA, y otros afiliados, que los pesticidas no representaban NINGÚN problema para los seres vivos. Hubo que esperar la obra de Rachel Carson y el lanzamiento de la revista “La Gueule Ouverte” (cuyo número 12, de octubre de 1973 titulaba: “¿Cuál Tierra dejaremos a nuestros hijos?” [33]), para que el problema de los pesticidas comenzara a plantearse. En conclusión, el aniquilamiento de las aves en Francia no tiene nada que ver con el CO2.

- El INRA declaró recientemente querer trabajar para adaptar los trigos, y otros grandes cultivos, al recalentamiento climático. Los agrónomos se alarman, en efecto, del estancamiento de los rendimientos de los grandes cultivos, desde 1990. Los mejores detectives del círculo de la biología, la genética, la economía y la agronomía partieron en busca del culpable. [44] Y lo encontraron: el recalentamiento climático. ¿Se preguntaron por la salud de los suelos agrícolas franceses? No, porque eso no hay ni que decirlo, están desbordantes de vitalidad, ¿no es así? ¡Hablen entonces con el agrónomo Claude Bourguignon sobre la vitalidad de nuestros suelos agrícolas! [45]

- Greenpeace se ha apresurado en hacer recaer la responsabilidad de los recientes incendios en Australia, al recalentamiento climático. Esos incendios hacían estragos en una parte del continente mientras que la otra parte era tragada por las inundaciones, ¡debidas seguramente, ellas también, al recalentamiento climático! ¿Es necesario hacer del conocimiento de Greenpeace que los incendios en Australia, y las sequías, han sido reportados históricamente desde 1789, es decir, desde que los Blancos invadieron el territorio de los Aborígenes? Los incendios del 7 de febrero del 2009 mataron a más de 170 personas y destruyeron medio millón de hectáreas. Los incendios del 6 de febrero de 1851, por ejemplo, mataron a 12 personas y destruyeron 5 millones de hectáreas. ¿Hay que recordarles también a los activistas de Greenpeace, que el continente australiano ha sido destruido totalmente por un siglo y medio de deforestación, de agricultura y de ganadería intensivas? Precisemos, además, que Australia estuvo bajo un régimen de intensas sequías de 1910 a 1945, un régimen de intensas inundaciones de 1945 a 1975 y de nuevo, un régimen de intensas sequías a partir de 1975 y hasta recientemente. Estos diferentes periodos estarían, por supuesto, relacionados con los fenómenos conocidos con el nombre de El Niño y La Niña. Haremos notar, claro está, que esos periodos corresponden casi exactamente a los aumentos y disminuciones de temperatura sobre los cuales planteamos, más arriba, una pregunta al GIEC. En todos esos ciclos climatológicos australianos, ¿cuál es realmente el impacto del CO2? Probablemente ninguno.

- En Nepal, WWF da la voz de alarma sobre el recalentamiento climático que amenaza a un gran número de especies del Himalaya [46]. Sería grato ver a WWF Nepal subir a la tribuna, de manera tan resuelta, para denunciar la pérdida de suelos agrícolas nepaleses. La región de Katmandú, una de las más fértiles del mundo, anteriormente, está devastada, quemada por la química agrícola: los campesinos nepaleses lloran, ya no saben qué hacer. Y si los suelos nepaleses están arruinados por los fertilizantes sintéticos, los herbicidas y otros pesticidas, ¿qué sucede con los ecosistemas locales alrededor? ¿Están protegidos por una burbuja de cristal, una burbuja virtual o por la gracia de Vishnu?

Podría multiplicar la lista de esos ejemplos. La biosfera agoniza bajo el impacto de la agricultura tóxica: nada que ver con el CO2.

 


Los santurrones recalentados: ¿una nueva secta o una nueva religión?

Cuando un grupúsculo de individuos proclama, de viva voz, que una entidad extra-terrestre, que viene de lo más alto del Cosmos, en su nave espacial, los ha visitado y les ha exhortado a liberarse del orgullo humano de tomarse por el amo de la Creación, a arrepentirse de todos los males que le han infringido a nuestra Madre la Tierra y les ha informado que los elegidos arrepentidos serán ascendidos, a un plano energético superior, el 21 de diciembre del 2012, ese grupúsculo es calificado de “secta” por las autoridades y, por supuesto, condenado.

Si ese mismo dogma fuera proclamado por mil millones de individuos (sólo es una suposición, una hipótesis de trabajo), el consenso global haría de ello una “religión” oficial y respetada. Así es la vida humana.

Los santurrones del recalentamiento climático antrópico, en salsa CO2, ¿son todavía únicamente una secta grupuscular o más bien, ya una religión en gestación? ¿Está el consenso aún en su fase blanda (con un grupo de “iluminados” que dirigen la barca) o ya en un fase de fervor colectivo, activo y febril? En resumen, ¿cuál es la amplitud de la infestación ideológica parasitaria? ¿El gusano ya ha minado internamente los meandros de la conciencia colectiva?

Los años venideros nos lo dirán, pero bien podría ser que el proselitismo ardiente de esta flatulencia, que emana del desierto cultural, sea enfriado muy rápidamente por un viento de “global cooling”, pues hay vientos como ciclos del clima, nadie sabe de dónde vienen…

Se puede, sin duda, hacer remontar los orígenes de este dogma hasta la conferencia de 1975, en Carolina del Norte, organizada por la antropóloga Margaret Mead. La conferencia se llamaba “La atmósfera: en peligro o peligrosa”. No es el propósito de este artículo, poner en duda la sinceridad de las motivaciones de Margaret Mead. Notemos, sin embargo, que en esta conferencia intervinieron Paul Ehrlich, ultra-maltusiano y autor de la “Bomba P.” (quien había profetizado la desaparición de Inglaterra para el año 2000) y Stephen Schneider que hacía la promoción del escenario del “Enfriamiento Global”, alrededor de 1970. Stephen Schneider es conocido por haber declarado en 1996, a un periodista : « Con el fin de capturar la imaginación del público, debemos promover escenarios de pánico, proferir declaraciones dramáticas, y muy simplificadas, y hacer abstracción de toda duda que podamos tener…”. Stephen Schneider habría igualmente dicho, durante la conferencia de 1975, que “las políticas de energía nacional y de alimentación deben tener como principio fundamental que el control de la población por la vía nuclear o provocando hambrunas masivas, es indefendible”. ¡Por dicha, de lo que nos salvamos! James Lovelock también participó en esta conferencia y no dejó entonces, de burlarse abiertamente de los escenarios más histéricos con respecto al recalentamiento antrópico. James Lovelock ha cambiado mucho.

Michael Crichton, el célebre escritor de EEUU de ciencia ficción, guionista y productor de películas, denunció enérgicamente, durante los últimos años de su vida, la estafa climática. En el 2003, durante una conferencia, declaró: “Está claro que todo científico puede ser acusado como lo fue Galileo. Pero nunca hubiera imaginado “Scientific American” en el rol de la Santa Iglesia”. Michael Crichton se planteó también la cuestión de saber desde cuándo el término “escéptico” se había vuelto una “mala palabra” [47]

En julio de 2009, durante una conferencia, Al Gore profirió sus letanías habituales “gracias a la gobernanza global y bla bla bla…”, pero comparó, también, la lucha contra el recalentamiento climático a la lucha contra los nazis [48]. Unas horas más tarde, el Times, escamoteaba de su sitio web [49], esa imagen un poco “fuerte”. ¿Pero quería sugerir Al Gore, sí o no, que los escépticos son pro-nazis, o que lo habrían sido, o que lo serán?

Todo esto es profundamente inquietante y parecería, en efecto, que los adeptos de este nuevo dogma hayan recurrido a toda la artillería pesada de ciertas técnicas religiosas de antaño, para imponer sus creencias a los “paganos climáticos”.

Los escépticos son denunciados como « negacionistas » (es decir comparados con aquellos que ponen en duda el Holocausto) [51] y a veces incluso como criminales climáticos [52]. No son quemados, todavía, sobre las hogueras de la Inquisición Climática, pero tienen, sin embargo, muchas dificultades para poder expresarse. Los medios de comunicación, al servicio de las Autoridades, han bloqueado todo acceso a las tribunas públicas. Así, en Inglaterra, el célebre Profesor David Bellamy, con 76 años de edad, botanista, autor de 35 libros y teniendo a su haber 400 programas de televisión, fue despedido como un indecente, cuando se atrevió a expresarse públicamente sobre la estafa climática [68].

La película de Al Gore « Una verdad incómoda” fue distribuida en decenas de miles de escuelas: un lavado de cerebro sabiamente orquestado.

Ya hemos evocado los discursos apocalípticos de algunos, a semejanza de las profecías bíblicas: las aguas que van a subir y las olas que nos van a tragar (¿el Diluvio?), la hoguera climática sofocante (el Infierno). Se podría evocar también la culpabilidad, la redención por medio de los impuestos, el dogma ineludible de los reportes del GIEC, los gurús autoproclamados…

Ya se encontró al Diablo ideal, ¡es el CO2! El eterno combate entre los Hijos de la Luz y los Hijos de las Tinieblas. La dicotomía fatídica, fundamento de la teología de la aniquilación. El CO2 ha sido tan satanizado que la simple mención de ese gas atmosférico evoca, en la imaginación popular, el veneno, el contaminante, lo tóxico. Y sin embargo, el carbono es la base de la vida y todos los alimentos que consumimos proceden del dióxido de carbono atmosférico.

Aquellos que se atreven a evocar al Sol, como factor fundamental de los ciclos climatológicos, son estigmatizados a imagen de Galileo, que osó posicionar nuestro astro en el centro del sistema planetario. La Historia que se repite.

Se podrían mencionar igualmente las “indulgencias pontificias” remplazadas por las “compensaciones de carbono” vendidas por un nuevo clero, los grandes sacerdotes de la absolución climática.

Las Autoridades deben estar encantados con todas estas « cruzadas climáticas”, virtuales e informatizadas por la mayor parte: ¿No prefieren ellas, en efecto, que los militantes activistas estén frente a su computadora (la caja de realidad virtual), en lugar de trabajar en sus huertas (con un objetivo de autonomía fértil) o de fomentar las “Insurrecciones que vienen” (3)?

La semántica de estas cruzadas climáticas, y de las múltiples peticiones correspondientes, al  igual que la semántica de la neolengua, es experta en sembrar la confusión en las mentes: “alerta climática”, “crisis climática, “cien días para luchar contra el recalentamiento”, “no se negocia con el clima, se actúa, “el ultimátum climático”, “el clima entre nuestras manos”, “350.org”, “seal the deal”, “fundación para la protección del clima”, “red por un clima neutro”, “Time for Climate Justice”, “Climate for Life”, etc., etc., ad nauseam.

Algunos oportunistas comienzan  incluso a proponer “vacaciones clima neutro”, “viajes sin carbono” y toda una gama de “productos con balance de carbono neutro”.

Y James Lovelock habla, en su última obra, de nuestra “huella ecológica más negra que el pecado”. ¿Cuándo llegará la confesión pública obligatoria y la revelación de su “huella de carbono”? ¿Y los castigos?

 


Fijación del CO2 y Liberación del Humus

¡Parece ser que el “impuesto al carbono” es de izquierda! [34] ¿Y la Ecología, debe ser de izquierda también? ¿Es por eso que Sarkozy sacó de su armario un criptógamo de la prehistoria? ¿Está la ecología política fosilizada a tal punto que se ha vuelto cómplice de esta impostura climática? ¿O es quizás, que la ecología política nunca ha verdaderamente cuestionado, de manera intrínseca, los fundamentos mortíferos de la civilización occidental moderna? ¿Sólo un poco de barniz verdoso para ocultar el verdigrís? Pero esto, sin duda, no es tan simple, pues ¿cuántos ecologistas tienen dudas profundas con respecto a esta estafa climática? Sin embargo, pocos de entre ellos se atreven a expresarlo públicamente, por miedo a pasar por cretinos o delincuentes climáticos.

La pregunta que planteo hoy, a todos los ecologistas, pero también a las ONGs, a las comisiones de la ONU, a los oligarcas globalistas, a las fundaciones, a los representantes electos, a los negociantes de créditos de carbono, etc., es la siguiente:

Si la urgencia del recalentamiento climático es tan dramática a ese punto, si el CO2 está a punto de carbonizar la humanidad o de tragársela con la subida de las aguas, ¿por qué no promover HOY mismo (y por qué no haberlo hecho antes), la reconversión a la agricultura orgánica de todas las tierras agrícolas del planeta?

El Rodale Research Center [54] dedujo de sus investigaciones, llevadas a cabo durante 24 años, la capacidad para fijar, por año y por hectárea, 3,7 toneladas de CO2, de la agricultura orgánica [55]. Y esto, sin tomar en cuenta la reducción de emisiones de CO2, gracias a las necesidades energéticas inferiores de la agricultura orgánica, que el Profesor David Pimentel, de la Universidad de Cornell, estima en 63% de las necesidades energéticas de la agricultura química [56]. Con 2000 millones de hectáreas arables planetarias, la fijación de CO2 sería de 7,5 mil millones de toneladas de CO2, a saber, cerca de un tercio de las emisiones antropogénicas “oficiales”.

En el mismo orden de ideas, ¿por qué no limitar HOY mismo (y por qué no haberlo hecho antes) la  glotonería de carne del occidente, y con ello, detener una gran parte de la deforestación, responsable de una porción de dichas emisiones (¡para no mencionar los pedos de metano de los bovinos!)?

La respuesta a estas preguntas, y sobre todo a la primera, es clara y evidente: porque la mafia de la agroquímica lo decidió de otra manera, ya que se arruinaría con dicha reconversión. Pero me gustaría tanto escucharlo de la boca de las fundaciones, de la ONU, de las ONGs, de los partidos políticos… ¿Podemos aún soñar que Al Gore (de apellido predestinado [43]) se transforme en apóstol del compostaje…? ¿No había evocado, por cierto, en su discurso antes mencionado, en julio del 2009, que efectivamente, ciertos suelos eran definitivamente muy poco fértiles y  con carencia vital de carbono?

La urgencia de hoy, no es el CO2, no es el recalentamiento climático antrópico. La urgencia es la “destrucción húmica”. [57] Los suelos agrícolas están biológicamente muertos, en su gran mayoría. La reconversión de todas las tierras agrícolas con prácticas agroecológicas permitiría, además de la fijación de CO2 (que sólo es un epifenómeno) regenerar los suelos, detener la erosión de los suelos y retardar los procesos de desertificación, aumentar considerablemente el poder de retención de agua de los suelos (y disminuir así drásticamente las necesidades en agua dulce de la agricultura, uno de los verdaderos desafíos del futuro), alimentar a los pueblos con alimentos sanos, altamente nutritivos y exentos de venenos (y así reducir drásticamente los cánceres y otras patologías, y todos los gastos financieros correspondientes), proteger los mantos freáticos, regenerar la agroforestería tradicional y preservar la biodiversidad alimentaria, al conservar minuciosamente las variedades tradicionales que son, de lejos, mucho más resilientes.

Es por otra parte, lo que pretenden hacer las multinacionales de la semilla (Monsanto, Syngenta, en par-tenariado con Bill Gates y la Fundación Rockefeller): “salvaguardar la biodiversidad en caso de cambio climático, de guerra o de catástrofe natural” en su gran banco “refrigerado naturalmente por un clima glacial” del archipiélago de Spitzberg (archipiélago de Svalbard) en Noruega. Ese archipiélago, que según los alarmistas, de grandes discursos apocalípticos e hipócritas, estaría en el centro mismo del cambio climático de recalentamiento, ¡a razón de hasta 0,7% de aumento por decenio! [67] Los payasos no carecen de contradicciones. [42]

Y para volver a hablar de resiliencia, me sorprende este pavor histérico por un ligero incremento de las temperaturas que arruinaría la agricultura. Mencionaremos, de paso, que el maíz, planta C4, crecía literalmente, en otra época, en los desiertos del suroeste de EEUU. Los agrónomos modernos hicieron de él una bomba de agua que necesita 1500 litros de ese precioso líquido para producir 1 kilo de grano seco. Mon-santo, Syngenta, DuPont, de la gran familia de los Humanitarios Globalistas, trabajan, desde hace varios años, en crear quimeras genéticas de maíz que serán resistentes a la sequía… y al recalentamiento climático [58]. El círculo se cierra. El INRA, ya lo hemos señalado, proyecta desplegar todo su “ingenio” genético para vencer esta exasperante tendencia que tiene el trigo, de no querer producir aún más, y para adaptarlo, por supuesto, al recalentamiento antrópico.

Pregunta simple, e ingenua, quizás: durante el recalentamiento climático de la Época Romana y del recalentamiento climático de la Edad Media, ¿cómo pudieron los campesinos continuar cultivando sus variedades de cereales, puesto que no beneficiaban (¡pobrecitos!) del sabio acompañamiento de los agrónomos, biólogos y otros genetistas del INRA? La respuesta es clara: ¡las variedades llamadas “criollas” vivas, fluidas, abiertas a todos los vientos, eran capaces de adaptarse, en un suelo biológicamente vivo, a todos los “cambios climáticos”!

¿No acaba de descubrir el INRA que « las plantas migran en altitud como respuesta al recalentamiento climático” y más exactamente, “del orden de 29 metros en altitud por década”? Es decir, para adaptarse a un décimo de 0,7 °C, por década. ¡Qué descubrimiento fenomenal! [53] No, el dinero de los contribuyentes no se gasta en vano en el INRA. Por eso, sin duda, el mundo vegetal, desde su emergencia, hace 465 millones de años, ha sobrevivido a pesar de variaciones de 200 a 4000 ppm de CO2 atmosférico. ¡Las plantas se adaptan! El INRA estará de seguro interesado en saber que una de las variedades de lechugas mejor adaptadas al clima de Tamil Nadu, en el sur de la India, es la “Merveille d’Hiver” (Maravilla de Invierno) [59]: los caminos de Gaïa son manifiestamente impenetrables.

Para volver a los pavores ligados al calor, podemos, en el sur de la India, con métodos agroecológicos “intensivos” (si puedo permitirme el término) alimentar a 25 personas por hectárea y por año (con un poco de agua, es cierto) y con una dieta vegetariana. Y para entrar aún más en los detalles, podemos producir ayotes (especie Cucurbita moschata, cuyo crecimiento es el más largo) en el espacio de 2 meses a partir del día de la siembra. Es decir, dos veces menos de tiempo que en Francia. Y todos aquellos que duden pueden venir a verificar. No lo repitan a los maltusianos, pero podríamos entonces, con esos métodos agroecológicos, alimentar fácilmente, con 150 millones de hectáreas de tierra arable, ¡dos mil millones de personas en la India, por lo menos!


¡Hacia un Enfriamiento Global!

Y para no terminar con esta provocación, un poCO2 pícara, vamos a evocar otra, más enfriadora.

Hemos mencionado los ciclos de regímenes de sequías e inundaciones que prevalecen en Australia, las cuales corresponden, of course, a los ciclos de crecimiento y de no-crecimiento de temperaturas, durante el siglo pasado. Esos ciclos son, grosso modo, de unos treinta años.

En 1950, el climatólogo y oceanógrafo Edouard Le Danois (que fue director de la Agencia Científica y Técnica de Pescas Marítimas) publicó una obra titulada “Los Ritmos del Clima en la Historia de la Tierra y de la Humanidad” [60]. En ese libro, Le Danois explicaba las relaciones entre el clima y los fenómenos astronómicos: el periodo de revolución de los nudos de la órbita lunar de 18 años, el periodo de declinación-sizigias, de 111 años, el periodo perihelio-nudo ápside, de 1850 años, etc. Le Danois, de hecho, había anunciado en 1950 que la próxima gran marea secular advendría alrededor de 1995… y la “gran tormenta del siglo” llegó en diciembre de 1999 (4). Le Danois explicaba también, en 1950, que habíamos entrado, alrededor de 1860, en un nuevo ciclo de recalentamiento, fuente de prosperidad agrícola, que iba a perdurar algunos siglos pero con ciclos pues, en la Naturaleza, pocos fenómenos son lineales. Le Danois, era un especialista en las “transgresiones oceánicas” (su libro, del mismo nombre, está disponible en la red) [69]. Le Danois, por supuesto, no mencionó jamás de los jamases, relación alguna entre el CO2 atmosférico y los ciclos climáticos.

Dicho libro no es reciente, es cierto, pero ¿se deben quemar todos los trabajos científicos anteriores a la emergencia del GIEC en 1988?

En 1275, el término clima significaba “zona terrestre determinada por su situación con respecto a los cuerpos celestes”. El término, etimológicamente, deriva del griego, “inclinación del cielo”. ¿No parece sensato que los climas de Gaia estén influenciados por los fenómenos astronómicos, por el paso del sistema solar en una u otra región de la galaxia y por el Sol? La obra “The Chilling Stars”, por ejemplo, de Svensmark y de Calder, emite la hipótesis de que el clima es un resultante de la influencia conjugada de las nubes, del sol y de los rayos cósmicos.

Como quiera que sea, dado que el último subciclo de recalentamiento, relativo, comenzó alrededor de 1975, ¿no podría esperarse que un nuevo subciclo de enfriamiento, relativo, haya comenzado alrededor del 2005? Pues, ¡eso es exactamente lo que anuncian algunos científicos! El profesor Easterbrook es profesor de geología en la Universidad de Washington. Autor de 8 libros y de 150 publicaciones, con una especialización en la geomorfología, la geocronología del Pleistoceno y la geología glaciar. Escuchémoslo:

« A pesar de la ausencia de recalentamiento climático en 10 años, y de registros de frío en 2007-2008, el Grupo de expertos intergubernamental sobre la evolución del clima (el GIEC) y los creadores de simuladores informáticos, que creen que el CO2 es la causa del recalentamiento planetario, siguen pronosticando que la Tierra enfrentará un recalentamiento catastrófico en el transcurso de este siglo. Los simuladores informáticos del GIEC predijeron un recalentamiento planetario de 1° F por decenio y de 5-6 ° C (10-11° F) de aquí al 2100 (Fig.1) lo que causaría una catástrofe planetaria con efectos sobre la vida humana, el hábitat natural, la energía y los recursos en agua, así como la producción de alimentos... No obstante, los datos sobre los cambios climáticos registrados en el pasado sugieren un escenario completamente diferente para el siglo XXI. En lugar de un recalentamiento planetario radical, a un ritmo de 0,5° C (1° F) por decenio, los datos de los ciclos naturales precedentes sugieren un enfriamiento planetario para los primeros decenios del siglo XXI, o sea hasta el 2030, seguido de un recalentamiento planetario del 2030 al 2060 y de un nuevo enfriamiento del 2060 al 2090. (Easterbrook, D.J., 2005, 2006 a, b, 2007, 2008a, b); Easterbrook et Kovanen, 2000, 2001). Las fluctuaciones climáticas de los últimos cientos de años sugieren ciclos climáticos de recalentamiento y de enfriamiento de alrededor de 30 años, una tendencia generalmente creciente, desde la Pequeña Edad de Hielo” [61]

Y concluye su largo artículo (de noviembre del 2008): « El recalentamiento planetario (es decir el recalentamiento desde 1977) ha terminado. El aumento ínfimo de CO2 antropogénico en la atmósfera (0,008%) no era la causa del recalentamiento. Se trataba de la continuidad de ciclos naturales que se han producido a lo largo de los últimos 500 años. El episodio frío de la OPD ha remplazado el episodio caliente en el océano Pacífico, lo que nos garantiza aproximadamente 30 años de enfriamiento planetario, quizás más intenso que el de 1945 a 1977. Lo que es incierto, es hasta qué punto el clima planetario será más frío durante este periodo. Los recientes cambios solares sugieren que el enfriamiento podrá ser bastante importante.  Se parecería más al ciclo frío de 1880 a 1915 que al más moderado de 1945 a 1977. Un enfriamiento más draconiano que esos últimos, comparable a aquellos de las mínimas de Dalton y Maunder, podrían sumergir la Tierra en otra Pequeña Edad de Hielo. Sin embargo, sólo el tiempo dirá si eso es probable o no”.

Y cuando se consultan, en inglés, los resultados anunciados para los hielos árticos, por el Nacional Snow and Ice Data Center, para el mes de agosto del 2009, en relación con agosto 2008 y agosto 2007, parece efectivamente, y muy claramente, que estamos en una fase de enfriamiento [65].

Abramos los paraguas, pues los insultos, y los tomates, climáticos van a volar bajo. Pero ¿podemos hacer abstracción de las olas de frío extremo que han destruido cientos de vidas humanas, los hatos y las cosechas en Perú (7) desde el 2003 (y que nevó en Buenos Aires)? ¿Podemos hacer abstracción de los rebaños de cabras diezmados por el frío durante el invierno 2007/2008 en el Himalaya (y que nevó en Katmandú)? ¿Podemos hacer abstracción de tres veranos fríos y húmedos en Canadá y del mildiu (Phytophtora infestans), de cepa mucho más virulenta que la que provocó la gran hambruna en Irlanda en el siglo XIX, que destruyó en unos cuantos días, al principio del verano 2009, una gran parte de la cosecha de tomates y de papas en 13 estados del este de los EEUU, así como en Canadá? ¿Podemos hacer abstracción del invierno 2008/2009, el más frío que hayamos vivido en Francia desde hace 20 años? [40] [64]. ¿Podemos hacer abstracción de los récords de frío, durante el verano 2009, nunca vistos en decenas de años, que se registraron en la mayoría de los EEUU? [62] ¿Podemos hacer abstracción del hecho de que los estados de Ohio, Illinois, Indiana y West Virginia hayan pasado el mes de julio más frío de los últimos 115 años? Nashville, en Tennessee, la ciudad de Al Gore, batió en julio el récord de frío de 1877. [63] ¡Tal vez una indirecta de Gaia!

Por otra parte, rebelión en la granja, parecería incluso que algunos de los pontífices del GIEC ya no puedan hacer más abstracción de esto. Es el caso de Mojib Latif del instituto Leibniz de Ciencias Marinas de la Universidad de Kiehl y del Instituto Max Planck de Hamburgo en Alemania. Él es el autor de tres libros (sobre el cambio climático) y de 130 publicaciones científicas. El Instituto Max Planck le otorgó, en el 2000, el premio de la Ciencia Pública. Es uno de los top modeladores del clima en el GIEC: es famoso por haber contribuido, de manera muy consecuente, al desarrollo de los modelos de simulación del clima global y de su utilización para predicciones a corto y mediano plazo. Ha contribuido con los reportes del GIEC del 2001 y del 2007. Es el autor del libro publicado en junio 2009: “Cambio climático: El punto de no retorno” [38].

Y sin embargo, durante la tercera « Conferencia Mundial del Clima » en Ginebra [36] (del 31 de agosto al 4 de septiembre del 2009), Mojib Latif declaró, frente a más de 1500 científicos del clima del planeta, que “Las previsiones del cambio climático están muy cerca del derrape... No soy uno de los escépticos del clima. No obstante, debemos plantearnos las preguntas incómodas nosotros mismos, sino otros lo harán”.

Y según el comunicado de Fred Pearce [37], que no podemos sospechar que sea un escéptico del clima (con fecha del 5 de septiembre 2009, está muy “fresco”): “Latif predijo que en los próximos años, una tendencia enfriadora natural iba a imponerse sobre el recalentamiento antrópico. Este enfriamiento resultaría de las variaciones cíclicas de las corrientes oceánicas y de las temperaturas del Atlántico Norte que se conocen con el nombre de Oscilación Noratlántica (NAO, siglas en inglés). Rompiendo con la ortodoxia del cambio climático, dijo que los ciclos de la Oscilación Noratlántica eran probablemente responsables, en parte, del fuerte calentamiento global que vivimos durante los últimos tres decenios. “¿Pero cuánto? Eso todavía queda por determinar” dijo a los conferencistas. La Oscilación Noratlántica ha entrado ahora en una fase fría.

Latif también agregó que los ciclos de la Oscilación Noratlántica explican el reverdecimiento reciente del Sahel en África, luego de las sequías de los años 1970 y de los años 1980. James Murphy, el responsable de las previsiones climáticas en el Met Office (agencia meteorológica inglesa) confirmó su acuerdo y estableció una correlación entre la Oscilación Noratlántica y el monzón en India, así como los huracanes en el Atlántico y el mar congelado del Ártico. “Los océanos son un factor decisivo de la variabilidad decenal natural” declaró”.

Permítanme alegrarme. Edouard Le Danois, el oceanógrafo y astrónomo, va a terminar por salir del olvido. Habrá seguramente aún irreductibles del CO2, que van a exclamar que el enfriamiento global va a intensificar el recalentamiento global antrópico puesto que, con la ayuda de la calefacción invernal, ¡vamos a consumir aún más energía fósil! En efecto, los caminos de Gaia no son lineales. Un ciclo puede esconder otro. ¿En cuánto al Síndrome del Titanic? Seguramente, pero ante todo del Titanic Agrícola, si se quiere analizar objetivamente la destrucción de la Biosfera. En todo caso, parecería que a la supercomputadora/simuladora del GIEC le está comenzando a entrar agua por todas partes. En epitafio: “En el océano Virtual de sus vanidades y de sus arrogancias, se hundió, pulverizado por un iceberg emergente de lo Real. A imagen de su homónimo, de carne y hueso, y a la manera de su hermano de silicio, que, en su Odisea, se hundió al explorar el vacío, hubiera podido llamarse HAL (Otra indirecta de la historia: en los manuscritos de Nag Hammadi de los Paganos Gnósticos del siglo III, que luchaban entonces contra el pensamiento Monolítico, HAL, en idioma copto, significa “engaño, estratagema, simulación”).

¿Qué hay que hacer? Quizás cancelar la próxima conferencia de Copenhague sobre el Calentamiento Climático Antrópico: nada saldrá de ella. O tal vez entonces reciclar los temas de reflexión y de acción, que deberían ser: la reconversión a la agricultura orgánica, la reforestación, la seguridad alimentaria en los países pobres, la lucha contra la erosión de los suelos y la desertificación, la distribución del agua dulce…

Le pide al lector que me perdone por la extensión de este ensayo, pero esto me ha sinceramente liberado, después de dos años de silencio, de un enorme peso sobre la consciencia. Seguiré presentando traducciones del inglés, de acuerdo con mi disponibilidad, sobre todos los temas ligados al clima y en particular el del pasado de la Tierra.

La vida es bella. Inhalemos y exhalemos con todas nuestras fuerzas. Y ya sea en el frío o en el calor, estoy íntimamente convencido de que vamos a tener que enseñar a nuestros hijos cómo sobrevivir en la Belleza de Gaia. Con el fin de preparar los caminos de las Tribus del Futuro.


Dominique Guillet. El 10 de Septiembre 2009

Postdata: Con el fin de ilustrar mis estados de ánimo en cuanto a los fundamentos de la sociedad occidental mortífera, que se hunde en la virtualidad, le dejaré “a los integristas las escorias de sus mitos” y dejo a ustedes estas palabras de Maurice Chaudière, poeta y apicultor, por la boca de Dédalo:

¡Secuelas! Labro secuelas... ¡Vivo en el corazón de mis desechos!

Por haber respondido a las súplicas de los hombres, comparto su suerte, comparto el error de haberlos amado…

Por mi culpa la Tierra, el Mar, el Cielo… el Universo entero se ensucia y se mutila…

Ahora que los hombres están aquí, que me apresuran a actuar…

¡Hombres intrépidos que ambicionan los Astros!

Me ordenan hoy el conducirlos más lejos, más alto, siempre más alto… hacia ese otro lugar inconcebible dónde se hunden los cielos…

¡Ya nada los anima, sino el placer del vértigo!

Un orden virtual, de espejismo en espejismo, oculta lo real.

Las cápsulas y las sondas se disputan la gloria de sus nuevos trofeos…

Mientras que aquí abajo los robots en bancarrota sobrecargan el mercado gigantesco de las ciudades…

El Espacio ya no tiene límites y la Tierra ya no tiene eje…

Vertical, ahora el horizonte ya no tiene alma…

¡El Amor ya no tiene empleo!

Los Dioses se callan…

Entonces, sin esperar el aval de ningún otro Titán, dejando a los integristas las escorias de sus mitos, apelo al destino sublime que les habita: ¡la exploración del vacío!

A pesar de los hoyos negros y los meteoritos que dispersan los ángeles, voy a construir al fin mi propia sepultura: un laberinto sideral dónde sabré, como los Dioses, ¡callarme para siempre!


[1] El « Grenelle Environnement » fue un conjunto de encuentros políticos organizados en Francia en octubre del 2007, por el gobierno de Nicolás Sarkozy, con el pretendido objetivo de tomar decisiones a largo plazo en materia de ambiente y desarrollo sostenible, en conjunto con organizaciones ecologistas escogidas por ese mismo gobierno.

[2] www.liberterre.fr

[3] Referencia al ensayo político “La insurrección que viene”.

[4] En diciembre de 1999, Europa fue golpeada por una tormenta devastadora.

[5]-[6] Bianchi, G.G. and McCave, I.N. 1999. Holocene periodicity in North Atlantic climate and deep-ocean flow south of Iceland. Nature 397: 515-517.

Bond, G., Showers, W., Cheseby, M., Lotti, R., Almasi, P., de Menocal, P., Priore, P., Cullen, H., Hajdas, I. and Bonani, G. 1997. A pervasive millennial-scale cycle in North Atlantic Holocene and glacial climates. Science 278: 1257-1266.

Chapman, M.R. and Shackelton, N.L. 2000. Evidence of 550-year and 1000-year cyclicities in North At­lantic circulation patterns during the Holocene. The Holocene 10: 287-291.

Desprat, S., Goñi, M.F.S. and Loutre, M.-F. 2003. Revealing climatic variability of the last three millennia in northwestern Iberia using pollen influx data. Earth and Planetary Science Letters 213: 63-78.

Garcia, M.J.G., Zapata, M.B.R., Santisteban, J.I., Mediavilla, R., Lopez-Pamo, E. and Dabrio, C.J. 2007. Vegetation History and Archaeobotany 16: 241-250.

Jones, P.D. and Mann, M.E. 2004. Climate over past millennia. Reviews of Geophysics 42: 10.1029/2003RG000143.

Kvavadze, E.V., Bukreeva, G.F. and Rukhadze, L.P. 1992. Komp’iuternaia Tekhnologia Rekonstruktsii Pa­leogeograficheskikh Rekonstruksii V Gorakh (na primere golotsena Abkhazii). Metsniereba, Tbilisi.

Kvavadze, E.V. and Connor, S.E. 2005. Zelkova carpinifolia (Pallas) K. Koch in Holocene sediments of Georgia - an indicator of climatic optima. Review of Palaeobotany and Palynology 133: 69-89.

Martinez-Cortizas, A., Pontevedra-Pombal, X., Garcia-Rodeja, E., Novoa-Muñoz, J.C. and Shotyk, W. 1999. Mercury in a Spanish peat bog: Archive of climate change and atmospheric metal deposition. Science 284: 939-942.

Pla, S. and Catalan, J. 2005. Chrysophyte cysts from lake sediments reveal the submillennial winter/spring climate variability in the northwestern Mediterranean region throughout the Holocene. Climate Dynamics 24: 263-278.

http://www.co2science.org/articles/V8/N44/C2.php

http://www.co2science.org/subject/r/summaries/rwpeuropemed.php

[7] http://one.wfp.org/french/?NodeID=42&k=305

http://www.paperblog.fr/1969583/vulnerabilite-et-adaptation-au-changement-climatique-dans-le-bas­sin-du-mantaro-perou/

http://www.reliefweb.int/rw/rwb.nsf/db900SID/STRI-7TJQCL?OpenDocument

http://www.fao.org/newsroom/fr/news/2008/1000902/index.html

http://www.ifrc.org/fr/docs/news/03/fn1603/7.asp