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Frijol
Clasificación botánica
Los frijoles, del género Phaseolus, forman parte de la familia de los Fabaceae y de la tribu de los Phaseoleae. El género Phaseolus tiene cerca de 55 especies conocidas. Del género Phaseolus, en el sentido estricto, sólo 5 especies fueron domesticadas de las 55 especies que están catalogadas actualmente. Son las siguientes:
Phaseolus vulgaris
Phaseolus coccineus
Phaseolus lamatus
Phaseolus acutifolius
Phaseolus polianthus
Diversidad de frijoles en Chiapas
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Historia
En los Estados Unidos, la organización Seed Savers Exchange tiene más de 4000 variedades de frijoles en su colección. Esta es sin duda una de las especies que ha generado más diversidad. Los institutos oficiales encargados de trabajar sobre los recursos genéticos han catalogado más de 14000 cepas de Phaseolus vulgaris. Para los pueblos indígenas de América, los frijoles formaban parte de los « Three Sisters », de los « Tres hermanas », Las otras dos eran los ayotes y el maíz. En excavaciones arqueológicas, se han encontrado frijoles en cuevas, en Perú, que datan de los 5 a 6000 años antes de Cristo. Los frijoles tenían numerosas connotaciones rituales, ligadas a la multitud de colores.
Los indígenas de América habían privilegiado más que todo a los frijoles con crecimiento indeterminado, los cuales podían dejar crecer en las plantas de maíz y en las de girasol.
Así, era más cómodo dejar las vainas secarse en la mata misma. Para esos pueblos, el frijol constituía esencialmente una fuente de harina.
Dos rasgos esenciales, que caracterizan a las muy antiguas variedades de los indígenas son: hacen un filamento en la vaina y sobretodo “corren” siempre. Incluso las variedades de crecimiento determinado envían siempre un tallo “emisario” o guía que va a buscar dónde agarrarse y que puede alcanzar hasta un metro de largo.
Asociaciones de cultivo
Los frijoles aprecian la compañía de las zanahorias, las coliflores, así como la de las remolachas, los repollos y los pepinos.
Se puede sembrar un poco con el apio-raíz y con los puerros; una cantidad demasiado grande sería un factor de inhibición del crecimiento de las tres especies.
Los clavelones (Tagetes sp.), así como la ajedrea (Satureja hortensis), protegen a los frijoles contra ciertos insectos.
Los frijoles no aprecian la compañía de las plantas alimentarias de las alliaceae, como los puerros y las cebollas.
Polinización
Las flores de phaseolus vulgaris son de color blanco, crema, malva o rosado. Se desarrollan en la axila de las hojas y están, ya sea aisladas, o al final de un ginoforo muy corto (1 a 3cm).
Los flores están compuestas por tres tipos de pétalos: un gran pétalo, que cubre al resto de la flor; las dos alas que están dispuestas a cada lado de la flor y que envuelven parcialmente los dos pétalos inferiores; los dos pétalos inferiores, que están frecuentemente pegados y que forman la carena. Esta carena se encuentra doblada en forma de espiral y envuelve el estilo, enroscado sobre él mismo y los diez estambres retorcidos alrededor del estilo.
La forma de la carena hace imposible, en principio, el acceso del estilo a los insectos polinizadores. Las anteras están completamente presionadas contra el estigma y liberan ahí directamente su polen. El estigma es receptivo por al menos dos días antes de que la flor se abra y hasta un día después. Se considera entonces que la polinización se efectúa, de hecho, la mayor parte del tiempo, antes de que la flor se abra.
Phaseolus vulgaris es entonces considerada oficialmente como una planta de autogamia preferencial. Los profesores Fouilloux y Bannerot del INRA (Instituto Nacional de Investigación Agronómica Francesa), hablan de únicamente 3% de alogamia. Veremos, más adelante, lo que pasa realmente.
Los científicos, implicados en la investigación convencional, aconsejan entonces aislar las diferentes variedades de Phaseolus vulgaris de unos cuantos metros, sobretodo con el fin de evitar las mezclas a la hora de la cosecha y no por preocupación del aislamiento varietal de dichas variedades.
Cuando escribimos la primera edición de esta obra, repetimos lo que los otros decían en cuanto a la autogamia del frijol. Lo habíamos leído y releído en todas las obras científicas serias, e incluso en los textos escritos por los Seed Savers estadounidenses. En 1994 nosotros mismos cultivamos 350 variedades de frijoles en el Jardín Botánico de la Mhotte, en el departamento de Allier, Francia. Con toda ingenuidad.
Sin embargo, teníamos una serie de cuestionamientos. ¿Por qué, por ejemplo, no lográbamos conservar el frijol “Montezuma rojo” (frijol de crecimiento determinado), que crecía en todas direcciones? ¿Por qué los hortelanos reportaban comportamientos extraños de algunas de nuestras variedades?
La lectura de la segunda edición de la obra de Carol Deppe “Breed your Own Vegetable Varieties” confirmó nuestras dudas. El frijol no es realmente siempre muy autógamo.
Carol Deppe aseveraba ella misma, en la primera edición de su obra en 1993, que “algunos metros bastaban”. Eso era antes de empezar a “jugar” en su propia huerta con algunas variedades de frijoles para grano. Al vivir en Oregon, ella consultó con el muy conocido creador de variedades Jim Bagget de la Universidad de Oregon, uno de los especialistas del frijol en los Estados Unidos desde hacía varias décadas.
Él le confirmó que ninguna distancia de aislamiento era necesaria y que era más probable tener mutaciones espontáneas que hibridaciones inter-varietales debidas a la actividad de los insectos. Carol Deppe sembró entonces 8 variedades de frijol, entre ellas “Jacob's Cattle”, “Hutterite”, “Pinto”, “Black Coco”, “Gaucho” y otros. En efecto, durante la cosecha todo parecía normal; sin embargo, cuando sembró de nuevo sus propias semillas, en la primavera siguiente los resultados fueron catastróficos. Todas las variedades se habían cruzado: los cruzamientos eran múltiples, cada una de las variedades había sido hibridada por otras.
Carol explica que era imposible de darse cuenta de la hibridación durante la primera temporada de cultivo, porque:
La forma de la semilla es determinada principalmente por la forma de la vaina, la cual es determinada a su vez, por los genes de la planta madre.
Ciertas capas de tegumento están determinadas por los genes de la planta madre.
Carol está ahora convencida de que las tesis científicas relacionadas con la autogamia casi estricta de ciertas especies, se explica simplemente por el hecho de que todos los terrenos de experimentación, de creación varietal y de producción de semillas, están esterilizadas “a más no poder” por la química.
Ella considera ahora que el frijol, cultivado en condiciones naturales, es altamente alógamo. Esto es, de todas formas, lo que consideraba el agrónomo G. Marlé en su obra “Culture de Porte-Graine”, publicada en 1931 en las Ediciones Baillere et Fils.
“Resulta de esto que las hibridaciones son muy frecuentes y que el cultivador, productor de semillas, tiene que espaciar suficientemente una planta portadora de semillas de cualquier otro cultivo de una variedad diferente. Esa facilidad de cruzamiento explica las múltiples variedades que están en el mercado y cuyo número aumenta cada año”.
Por el contrario, nos vimos muy sorprendidos de la declaración del señor Elie Marx (seleccionador de Caillard) quien declaró en 1985 (durante el Simposio sobre la diversidad de las hortalizas), con respecto al mejoramiento de los frijoles hasta el siglo XIX: “El mejoramiento es empírico. Este consiste en detectar híbridos naturales o mutantes eventuales. Este mejoramiento se ve favorecido por el tipo de reproducción de la especie, a saber la autogamia, que ha favorecido la explosión de la variabilidad y la estabilidad de numerosos tipos morfológicos y fisiológicos”.
Si comparamos los textos, entendemos muy bien que el agrónomo Marle declara que la alogamia de los frijoles causa su variabilidad, y que el agrónomo Elie Marx declara que la autogamia de los frijoles causa su variabilidad. O sea todo lo contrario.
La declaración del señor Marx se trata quizás de un error de impresión. Sin embargo, está de acuerdo con el punto de vista de los señores Bannerot et Fouilloux.
En esas condiciones, nos parece prudente el preconizar un cierto aislamiento de las plantas portadoras de semillas.
Con el fin de garantizar la máxima pureza varietal, cuando cultivamos diferentes variedades en la misma huerta, es necesario aislar las plantas con toldos de protección. Las plantas de crecimiento determinado pueden ser protegidas por cajas confeccionadas por una estructura de madera y un toldo-mosquitero o tul.
Las plantas de crecimiento indeterminado requieren una protección más complicada: es necesaria embolsar las flores individuales o los ramos de flores. El embolsamiento en papel china bloquea la luz del sol e impide el desarrollo de las flores. El embolsamiento en plástico genera mucho calor. Lo ideal es envolver las flores en velos tejidos o en mosquiteros, los cuales deben permanecer puestos hasta que todas las flores estén fecundadas.
Cuando se quita la protección hay que tener cuidado de bien etiquetar las flores que han sido fecundadas bajo protección, con el fin de que las semillas puras de cada variedad, no se mezclen al momento de la cosecha.
Producción de semillas
Es esencial apartar plantas que se dediquen exclusivamente a la producción de semillas. En efecto, no se aconseja para nada el consumir vainicas durante una o dos semanas y guardar luego las semillas producidas al final del periodo de crecimiento de la planta.
Hay que velar igualmente, durante el crecimiento, por seleccionar las plantas más bellas, las más sanas y las más productivas, las cuales pueden ser entonces marcadas con una cinta, una etiqueta o cualquier otro medio que permita, al momento de la cosecha, reconocerlas cuando todas las plantas están completamente secas en el campo. Cuando el tiempo es húmedo, también podemos recolectar las plantas portadoras de semillas con el fin de guindarlas en un lugar seco y ventilado, para terminar el secado. Para verificar que las semillas estén realmente secas, basta con morder una suavemente: si el diente no deja ninguna huella, el secado está entonces completo.
La limpieza final consiste en quitar las semillas de las vainas secas. Según las variedades, eso puede durar más o menos tiempo. Para pequeñas cantidades, el “desvainado” se puede hacer manualmente. Para cantidades más grandes, podemos colocar las vainas secas en un saco (de yute o de tela...) y trillarlo con un palo. Se aconseja, cuando las semillas están completamente secas, meterlas en un recipiente hermético y al congelador (a una temperatura muy baja) por varios días: es una manera muy eficaz de eliminar las infestaciones de gorgojo que ponen sus huevos bajo la epidermis de los frijoles.
Cuando se sacan las semillas del congelador, se aconseja no abrir el recipiente enseguida (con el fin de evitar la formación de condensación) y dejarlo a temperatura ambiente por un día.
Las semillas de frijol tienen un periodo germinativo promedio de 3 años. Ellas pueden, sin embargo, conservar la facultad germinativa hasta por 8 años. El peso de 100 semillas, para las variedades cultivadas, varía entre 10 y 67 gramos. Su germinación es epigea.
Erosión genética
En la colección nacional del NSSL (Banco de Semillas) de Fort Collins en los Estados Unidos, había 578 variedades de frijoles en 1903 y solamente 32 variedades en 1983. Lo que representa una erosión genética del 94,5%.
En Estados Unidos, la organización Seed Savers Exchange subrayó la erosión genética de las variedades de frijoles presentadas en los catálogos comerciales entre 1981 y 2004.
Había 325 variedades de frijoles vainica (con crecimiento determinado o indeterminado) en 1981, y solamente 144 en el 2004. Esto representa una erosión genética del 52%.
Había 144 variedades de frijol para grano (con crecimiento determinado o indeterminado) en 1981 y solamente 72 en el 2004. Lo que representa una erosión genética del 50%.
En Francia, el catálogo oficial de 1995 de las variedades de hortalizas presentaba 224 variedades de frijoles de crecimiento determinado, de las cuales 23 eran variedades antiguas, o sea el 10%. El catálogo oficial del 2004 presentaba 259 variedades de frijoles de crecimiento determinado, de las cuales 13 eran variedades antiguas (y dos de ellas estaban en proceso de eliminación), o sea el 4% de variedades antiguas.
En 10 años entonces, han sido la mitad de las variedades antiguas (o sea, que datan de mediados del siglo pasado), quienes estaban todavía inscritas en 1995, las que fueron eliminadas.
A este ritmo de erosión, dentro de 10 años, no quedarán variedades antiguas.
De Combles menciona unas sesenta variedades de frijoles en 1752. La edición de 1891 del catálogo de semillas Vilmorin-Andrieux menciona 115 variedades y en el de 1906, están descritas cerca de 250 variedades.
Dichas variedades han desaparecido y fueron remplazadas por variedades modernas cuya selección fue dirigida de acuerdo con parámetros bien definidos:
La cosecha mecánica: pasa de ser “longitudinal” a “frontal” hacia los años 70. Como lo precisa Elie Marx, seleccionador de Caillard, en 1985: “Las variedades de frijol han tenido que ser modeladas y remodeladas para seguir la evolución del mecanismo agrícola”.
El calibraje: las variedades tienen que seguir la evolución del empaquetamiento dado que ¾ de la producción de vainica se destinan a la transformación. Por el resto, que se consume fresco, las variedades deben responder a la publicidad: super extra fino.
Las enfermedades: el mosaico común (Potyvirus sp.), la antracnosis (Collectotrichum lindemuthianum), las grasas (Pseudomonas phaseolicola).
Los expertos son unánimes: es gracias a las “soluciones genéticas” que hemos escapado al desastre y que aún podemos comer frijoles.
¿Cómo ha podido la humanidad alimentarse de frijoles durante por lo menos 10000 años, sin “soluciones genéticas”?
¿Cómo es que los hortelanos del siglo XIX cultivaban la vainica todo el año en los alrededores de París?
¿Por qué variedades antiguas tales como “Emile” (1880), “Merveille de France” (1883), “Roi des Verts” (1884), “Triomphe des Chassis” (1893) se cultivaban todavía en 1925, (es decir, para algunas de ellas, medio siglo después)?
¿Por qué las variedades modernas tienen una duración de vida tan corta? De las 201 variedades modernas presentadas en el catálogo oficial de 1995, cerca de la mitad, es decir, exactamente 95 variedades, han desaparecido en el último catálogo (2004).
¿Será que las variedades modernas no son productivas, o que no son resistentes? ¿Será un problema de mercadeo? ¿Los seleccionadores no logran seguirle el paso a la evolución de los empaquetamientos?
¿No habrá acaso algunos fallos en esta lógica agronómica? Parece más bien, que las prácticas modernas de la agricultura industrial serían las responsables de ese desarrollo y de esa intensidad de enfermedades.
He aquí por ejemplo, lo que dicen los expertos del frijol con respecto a las grasas (Pseudomonas phaseolicola): “La más frecuente en Europa es la grasa en halo. Hay que combinar varios genes para llegar a un alto nivel de resistencia, necesario para los cultivos industriales, en los cuales, el riego por aspersión favorece fuertemente la enfermedad” (Histoire des légumes. INRA. Pág. 375).
En cuanto a los OGM, ellos se asoman. Un programa del CIAT de Colombia, tiene por objetivo durante tres años (de mayo del 2003 a mayo del 2006), crear variedades de frijoles transgénicos resistentes a la sequía. El presupuesto es de 740.000 euros. (Convención 81060499).
Traducción de Mayra Marin y de François Aymonier
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